jueves, 26 de noviembre de 2009

al final del camino!!!

Cierto día, me di cuenta que el mundo era demasiado complejo para ser comprendido. Intentaba buscar las respuestas en personas y lugares.


Fue cuando percibí que era necesario comprenderme a mí antes de comprender al mundo. Intenté entrar en mi mente, y comprendí que ella siempre había estado abierta, esperando que la explorara.


Comencé andando en medio de los sentimientos: Descubrí los misterios del amor, ví la belleza de la amistad, sentí la fuerza de la esperanza y lloré con la tristeza del odio. Así estaba, fascinada con el mundo de los sentimientos.


Comencé a andar por los laberintos más oscuros.No conseguía ver nada, mis manos no conseguían tocar nada... El miedo crecía más y más. Percibí que había entrado en el mundo de las dudas y de la incertidumbre. para vencerlas necesitaba solamente tener un objetivo y avanzar.


Luego ví un lago y caminé hacia él. En sus aguas cristalinas, ví reflejarse el siguiente mensaje: "Continua caminando y descubrirás las respuestas para todas tus preguntas".


Allí me di cuenta de que estaba en el camino de la salvación.Obedecí y seguí caminando. Conocí diversos mundos, cada uno con sus encantos y misterios. asumí que solamente aceptando la obra de Dios en mi, podría comprender al mundo y así descubrir el verdadero sentido de la vida, y lo principal: Alcanzar la vida eterna.


¿Cómo comprender a los demás si no nos conocemos en profundidad? ¿Cómo descubrir el verdadero sentido de la vida si muchas veces vivimos sin sentido? ¿Cómo llegar al corazón si no sabemos apreciar en nosotros muchas veces sus latidos?


Los caminos más importantes son los que van hacia la obediencia a Dios. En esos caminos vamos y venimos a diario, algunas veces nos encontramos...otras tratamos de no vernos porque nos asalta la duda, el temor, la incertidumbre... Caminamos y caminamos.


Pocas veces nos detenemos a mejorar esas rutas tan importantes que atraviesan de punta a punta nuestra mente. Cuando nos asalta el miedo, o tememos fracasar nos sentamos al borde del camino y nos quedamos quietos... Parece que las fuerzas nos abandonan, que no podemos seguir y sin embargo el seguir caminando aún con el paso tembloroso, mirando hacia adelante, hacia la meta que nos permitiría llegar a Cristo.


Articulo adaptado por Johanna Garcia.



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