viernes, 11 de junio de 2010

soy un cristiano light (o voy hacerlo)

se supone que debería de ofenderme, porque a nadie le gusta que le digan que su cristianismo es light, osea, ligero. Eso es lo que otros entenderían, pero yo cuando veo la palabra light, la traduzco de inmediato como luz. Mi palabra japonesa favorita es, de hecho 光 (hikari, en español “luz”). Entonces, soy un cristiano luz.


Gracias por tener tan buen concepto de mi. ¡Seamos luz entonces! Dejemos la seguridad emocional de la religión para integrarnos a las emocionantes filas del cristiano light, es decir, el cristianismo que es luz. El que perdona, aunque le cuesta; el que ama aunque no puede fácilmente, el que busca prosperar haciendo las cosas correctas en lugar de esperar que sea Dios quien le prospere por “derecho”, el que es humilde y el que acepta sus virtudes. Ese cristiano que quiero ser y no esos que andan escupiendo citas bíblicas como concordancia descompuesta, usando el cristianés como lengua materna y atacando a los demás “por amor”.

Eso me recuerda uno de mis versículos favoritos, con el cual Dios siempre me llama y recuerda mi misión en la vida: Hechos 13:47 Así nos lo ha mandado el Señor: “Te he puesto por luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra.”

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